Si tratar de comprender al agresor verbal ya te resultó difícil, perdonar a tu agresor te sonará hasta a broma. Y es que este es el siguiente paso imprescindible para librarte del daño emocional que dejan las agresiones verbales.
Ya sé que no tienes ganar de hacerlo, sobre todo después de lo que te ha dicho y lo mal que lo has pasado. Pero hay un antes y un después de hacerlo.
Y ahí no queda todo, lo mejor es que necesitas perdonarle… para ayudarle. Sí, lo sé, este es el momento en el que piensas que me he vuelto loco ¿Ayudarle?
Pues sí, porque quizás puedas convertir a tu enemigo en un valioso aliado.
En la historia de la entrada anterior, analizabamos tu primer día de vacaciones, llegando a la casa en la que ibas a pasar unos «fantásticos días» con la familia… de tu pareja.
Continuando con el análisis de la historia, trata de encontrar una posibilidad para ayudar «de algún modo» a tu agresor. Te vas a llevar una gran sorpresa si terminas de leer esta entrada. ¿Te atreves?
Perdonar las agresiones verbales en las vacaciones familiares
Sé que suena extraño pero es un paso fundamental para eliminar el daño emocional.
Responde a esta pregunta ¿Que es lo contrario del amor?
Sí has respondido que el odio…no has acertado.
Lo contrario del amor es la indiferencia. Tanto el amor, como el odio, mantienen el vínculo con la otra persona. De algún modo «estás conectado a ella». Es como si una cuerda imaginaria os mantuviese atados, lejos, pero conectados. Si una de las dos personas tira de la cuerda, te das cuenta que continuas «unido a ella».
Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia
Solo perdonando a tu agresor, podrás dar el siguiente paso. En el caso de la familia, tu pareja será, en la mayoría de las ocasiones, ese ancla en el que apoyarte.
¿El truco? Simplemente ver la situación des de lejos, comos si le pasases a otra persona y pensar que «después de todo, no era para tanto«
Ayudando al agresor verbal
Solo perdonando podrás después «tratar» de ayudar al agresor. Sí, he utilizado la palabra «tratar» porque no siempre podrás hacerlo. Hay veces que lo que quiere es simplemente imposible. Esto también tranquiliza, porque si no puedes ayudarlo, ¿de que preocuparte?
¿Pero porqué ayudarlo… después de lo que te ha dicho?
¿Qué prefieres un enemigo o un aliado? La respuesta es simple, puedes «coleccionar» enemigos a aliados. Estarás conmigo en que los primeros desgastan mucho, y los segundos pueden ser útiles en algunos casos, sobre todo si hay conflicto.
No hay nada que más desconcierte a tu enemigo que ayudarle a conseguir algo. Queda descolocado. Empieza pensar si realmente tú eres su enemigo o está equivocado y no te está tratando como te mereces.
Las personas tendemos a «etiquetar» o juzgar a otras, sin ni siquiera conocerlas. Sin saber sus intenciones, ya decides tratarlas de un modo en particular (bien o mal) en función de los que hayas escuchado de tu entorno o de tu primera impresión.
¿Pero ¿y si no estás en lo cierto? ¿Y si te equivocas con esa persona?
Una mano que ayuda, es siempre una invitación para una persona desconocida a conocerte. Solo ayudando lograrás reducir las barreras con otras personas.
Una mano que ayuda, es siempre una invitación para una persona desconocida a conocerte.
-Patxi Martín –
Abriendo puertas, cerrando heridas… Conflictos
Me vino a la cabeza el estribillo de esta canción de Gloria Estefan cuando buscaba un título para esta parte. Y es que se trata de eso. Perdonar para cerrar heridas y ayudar a tu agresor para abrir puertas en la relación contigo.
Pero vamos de regreso a la historia familiar, y aunque volverá a penalizarme google (disculpas de nuevo Mr. Google…), retomaré algunas de las frase sutilizadas por tus familiares para ver cómo podemos perdonarlos y en algunos casos ayudarlos.
Las dos preguntas a realizar en este momento son:
- ¿Por qué perdonar?
- ¿Puedo ayudar?
Esta vez no repetiré la historia completa… bueno casi… Si no la leíste, te recomiendo que la veas en la entrada anterior antes de seguir.
Vamos directamente con el por qué y el objetivo de cada uno de los miembros de la familia…»de tu pareja»… porque la tuya es perfecta…
Acabas de llegar. Aunque te prometiste que este año no repetirías las vacaciones con tu familia, no sabes como, pero de nuevo estas allí con todos.
Tu suegra te ve llegar y sale corriendo a dar un gran abrazo…a tu pareja. Pasa a tu lado, como si fueses invisible…. Ni te dirige la palabra.
Tu suegra. Aunque te menosprecia, al hacer como si no existieras, solo quiere mantener el «control» de la situación. Es su casa y no quiere permitir que nadie le organice las cosas…porque ya están planeadas.
No se lo tengas en cuenta. Solo tiene miedo de perder su «estatus» de organizadora.
¿Pero como ayudarla? En cuanto comente su primer plan, di «¡Fantástica idea! Yo te ayudo«. Al principio te mirará de forma rara, pero después se acostumbrará a tenerte «de su parte». Se va a quedar algo descolocada, pero empezará a pensar que tú no vienes a «fastidiar» sus planes. Igual hasta consigues que te sonría…o tal vez no… pero la dejarás pensando.
Llega Pedro, el hijo del famoso Tío Luis (no es tío ni de tu pareja ni de nadie, pero todos le llaman así). Siempre los encuentras en las reuniones familiares, con sus chistes malos y sobre todo, metiéndose con la gente.
– Hola, hace mucho que no te veía – dice Pedro – Como pasa el tiempo, …más por ti que por mi parece…
Te preguntas como esa persona con ese aspecto tan desaliñado, barba de tres días; barriga cervecera y camisa con unos flamencos gigantes, es capaz de decirte eso nada más llegar sin ponerse colorado.
Pedro (el hijo del Tío Luis). Trata de ponerte en ridículo delante de todos, antes de que lo hagan con él. Su objetivo es desviar la atención.
No tengas en cuenta su comentarios. Es evidente que tienes mejor figura, y sobre todo mejor gusto vistiendo. Todo el mundo se dará cuenta de ello.
Puedes pedirle que cuente uno de sus chistes «tan buenos». Se quedará pensando y… desviarás la atención sobre su ataque…aunque tengas que escuchar su chiste.
– Vamos, dame un abrazo que pareces que no has dormido hoy…- te grita la Tía Luisa.
Tía Luisa. La más inocente de todos. Solo se preocupa por tu aspecto. Aunque no utiliza las palabras ni el tono adecuados.
No te enfades con ella. Es así, con buen corazón, pero con poca habilidad para expresarse.
Dale la razón. «Sí, he dormido poco. ¿Sabes de algo que pueda hacer para mejorar mi aspecto?» Igual tienes que tomarte algún, té o bebida tonificante, pero se quedará tranquila.
– ¿Has visto que coche me he comprado? – te pregunta tu cuñado sin esperar respuesta- Vaya, ya veo que tu no. Sigues con el mismo. Tu trabajo ira igual de mal supongo…
Tu cuñado. Está compitiendo contigo. Utiliza una forma de menosprecio para que te comparen con él, y salga beneficiado.
No te compliques. Siempre buscará algo en lo que ser mejor. Dale la razón, porque si no buscará otra cosa con la que comparase. Además, ya sabes que su trabajo no va tan bien, porque siguen sin ascenderle.
Puedes utilizar un «¿Habéis visto el coche que se ha comprado? Es fantástico! ¿Por que no nos lo enseñas a todos?» Con suerte te librarás de verlo… Está deseando presumir, así que pónselo fácil.
Si no estás hábil con la respuesta anterior puedes encontrarte con que tu pareja te diga:
– Si le contestas y provocas una pelea, olvídate de la semana en la montaña que íbamos a pasar juntos.
Tu pareja. Aunque te amenaza, solo quiere evitar conflictos. Te conoce demasiado, y sabe que puedes estallar en cualquier momento.
Acuérdate de por qué es tu pareja y de los buenos momentos. Sabes que al final todo volverá a su sitio… lejos de su familia…
Aclara que no tiene por qué preocuparse. Puedes comentar de broma «No te preocupes, me he puesto unos tapones para no escuchar lo que me dicen» o «no te preocupes cuando me dicen esas cosas, te miro…y recuerdo por qué estoy aquí»… Ofrece seguridad, y ¡no la líes!
Decides salir de allí con la excusa de realizar algún tipo de compra.
Te diriges a la primera terraza de bar que encuentras para pedir algo fresco. Te sientas en una mesa vacía y el camarero te pregunta.
– ¿Que va a tomar? – pregunta mientras limpia tu mesa.
– En realidad… no sé…
Sin dejarte terminar la frase te dice:
– Pues dese prisa que no tengo todo el día. Cuando se decida vuelvo.
El camarero. Está estresado. Es el claro ejemplo de persona que no conoces y te habla mal porqué está enfadada.
Lo más probable es que si te le vuelves a encontrar otro día te tratará de forma distinta. ¿Tu nunca tienes un mal día?
Revisa la carta tranquilamente y piensa qué vas a tomar. ¿No querías escapar de aquella casa? Cuando más tarde en servirte mejor… Dale tiempo, es lo que necesita.
Podrías incluso cuando regrese a tu mesa decirle «Vaya calor que hace hoy, y además tiene la terraza llena. La verdad es que no sé como es capaz de organizarse«. Eso se llama empatía. Te lo acabas de ganar. Igual te sorprende con un buen aperitivo al traer tu bebida.
Aparecen tus dos sobrinas corriendo hacia tí.
– ¡Hola!, nos ha dicho que te has tenido que comprar ropa nueva porque has engordado ¿es cierto? – pregunta una de ellas.
– ¿Quién te ha dicho? – respondes sorprendido.
-El tío Luis- contestan «a la vez» tus sobrinas.
Tus sobrinas…o el Tío Luis. Parece que le Tío Luis bromea con tu peso, solo para hacer reir a tus sobrinas.
Ellas no tienen culpa. Solo son las mensajeras del Tío Luis, aunque tienes serias dudas de si este último no ha aprovechado la situación para hacerte rabiar.
En estos casos te sugiero exagerar aún más lo que te han dicho. Se trata de demostrar que no te ha molestado el comentario, y de paso continuar con la broma y que se rían más tus sobrinas.
Por ejemplo. «no es cierto que me haya tenido que comprar toda la ropa nueva, los sombreros aún me sirven…» o «Tampoco he engordado tanto, aunque… hemos tenido que ampliar el la puerta de casa. Ya no entraba por ella«. O incluso «Camarero, tráigame solo 300 donuts que no tengo mucha hambre...»
Como has comprobado, se trata de minimizar lo que te han dicho. Entender cual es problema de tu agresor, y comprender que quiere, «te saca» del conflicto. Te permite verlo desde la distancia.
Si te centras en ver si puedes ayudarlo, no solo te olvidarás de lo que te ha dicho, sino que ganarás un aliado al tratar de ayudarlo. Si eliminas el miedo o el rencor que tiene tu agresor, eliminas el motivo por el cual te agrede verbalmente.
No era era para tanto…
Este es el pensamiento que debes repetir mentalmente después del agresión verbal. Hazlo al menos 3 veces seguidas.
Las palabras son como un regalo. Tu tienes el poder de aceptarlas o de rechazarlas. Y si las rechazas, el regalo se lo queda el agresor verbal. Le vendrá devuelto.
Las agresiones verbales son como un regalo. Solo tú tienes el poder de aceptarlas o no. Si no lo haces, el regalo se lo queda el agresor.
– Patxi Martín –
Espero que algo de lo que he escrito en estas 3 últimas entradas te hayan hecho reflexionar sobre la importancia de minimizar las palabras que utilizan otros.
Es más saludable centrarse en los hechos y en el objetivo del agresor…
Recuerda que para evitar conflictos en vacaciones …
No te centres en «lo que te dicen», sino en el objetivo real del agresor.
Perdonar a tu agresor es necesario para eliminar el daño emocional que dejan las agresiones verbales.
Ayudar a tu agresor, convierte enemigos en aliados.
Tal vez, como comenta en su entrada sobre personas tóxicas cercanas , la «arquitecta de marcas» Lola Cebolla, tenemos que ayudar siempre sin esperar recompensa por ello. Al fin y al cabo, todo que entregas a los demás, te acaba regresando de vuelta.
Compartir lo bueno que llevas dentro colabora a que todo a tu alrededor sea más sencillo y agradable
– Lola Cebolla –
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