Barreras de comunicación. Los prejuicios

abril

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Los prejuicios son una de las más importantes barreras de la comunicación entre personas. Tratar de comunicarse con alguien, pensando que es de una forma diferente a como realmente es, resulta como enviar un mensaje a la persona equivocada.
Acomodarás tu forma de habar y tus pensamientos a una persona que no existe.

Al comunicarte con otra persona, los prejuicios, te obligan a adecuar el mensaje, tanto verbal como corporal, a tu interlocutor.

Puedes decir que tú siempre hablas igual a todas las personas, pero la realidad no es esa. Intenta decirle a una persona anciana, que te ha quitado el sitio del aparcamiento, y que esa era tu plaza. Después trata de decírselo a una persona joven, de 2 metros de altura y corpulento que tiene en la mano una bolsa de deportes. Seguro que tu lenguaje verbal y no verbal no será el mismo.

En realidad, no sabes quién de los dos es más fuerte, pero presupones que la persona joven, con aspecto de venir del gimnasio, podría suponer una amenaza mayor que la persona anciana. Nada más lejos de la realizada. Las apariencias engañan, y los prejuicios más.

Apariencias que engañan

Si yo no tengo prejuicios…

¿Has oído esta frase alguna vez? ¿Ha salido por tu propia boca esta expresión? Seguro que sí, pero ya sabes que esto no es verdad. Todas las personas tenemos prejuicios.

Tu cerebro, siempre ocupado en mantenerte con vida y evitar cualquier tipo de peligro, evalúa cualquier situación para detectar potenciales amenazas. Al hablar con otra persona, tu cerebro intenta predecir el comportamiento futuro de la persona a quien tienes delante. Necesita prever si existirá algún tipo de amenaza futura estando a su lado.

Cuando ves un oso en el bosque, tu cerebro no te envía los mismos estímulos que cuando ves una ardilla. En un caso sufres estrés y en el otro no.

En la vida real ocurre lo mismo. Todas las personas tenemos prejuicios. Nuestro cerebro crea imágenes mentales, basados en comportamientos, experiencias, conversaciones, etc. sobre cómo se podría comportar la otra persona. Cuando la realidad es que sabemos que el ser humano es casi siempre imprevisible.

Los prejuicios no te permiten ver la realidad

Recuerda la primera vez que visitaste un lugar, por ejemplo de vacaciones. Antes de llegar, tu cerebro tendría ya elaborada “una película” sobre qué aspecto tendría, las personas que te encontrarías allí, y los posibles conflictos o problemas que te esperarían al llegar.

Al alcanzar tu destino, y pasar unos días, te das cuenta que la mayoría de las hipótesis que había construido tu cerebro, eran falsas. Nunca iban a ocurrir.

Si el miedo es muy fuerte, nunca hablarás con aquella persona que te inspire desconfianza o temor. Nunca viajarás a aquel lugar maravilloso que descubriste por accidente. Nunca comerías en ese fantástico restaurante al que te llevaron, a pesar de que te daba “mala espina”. Nunca hubieses conocido a personas fantásticas durante tu vida. Nunca, nunca, nunca…

Vencer los prejuicios, significa vencer el miedo, y ser más libre.

– Patxi Martín –

Los prejuicios te llegarán en forma de pensamientos. La verdadera libertad supone apartar esos prejuicios, dejarlos de lado y adentrarse a conocer a la otra persona. No por lo que pensamos que es, sino por cómo se comporta.

Porque, no olvidemos que una cosa es como las personas «dicen que son», y otras cómo se comportan.

Una vez un apersona me dijo que “tú no eres como crees ser, sino como los demás te ven”. Y tenía toda la razón. Puedes creer que eres una persona muy divertida, pero si al contar tus chistes y bromas nadie se ríe, lamento comunicarte que no eres «como tú crees que eres». Si te consideras alguien con iniciativa, pero siempre dejas a otras personas que tomen las decisiones finales, nadie te verá con iniciativa. Podría seguir enumerando comportamientos, uno tras otro, de personas que dicen que «son», pero luego hacen otra cosa.

Te propongo un ejercicio interesante.  Pide a 10 personas que te conocen que te definan como eres con 10 adjetivos (valiente, creativo, divertido, etc.) Después, una vez recopilada la información, analiza que han dicho de ti, y descubrirás como “eres”. Te garantizo que te llevarás grandes sorpresas.

Ocurre lo mismos con los prejuicios. Tu visión de las cosas y las personas, no es la realidad. Debes esperar a que te la muestren con hechos.

Prejuicios vs Humildad

Para eliminar los prejuicios, primero tienes que practicar la humildad. Esto supone ser consciente de que “no lo sabes todo”. O sea que “tu verdad”, no es la verdad. No es un ejercicio sencillo.

A veces la vida te regala momentos de lucidez, y te pone pruebas que te indican el camino a seguir. Te contaré una pequeña historia de lo que me ocurrió esta semana.

La aplicación móvil

Conducía mi coche cuando la luz de aviso del nivel de combustible se iluminó. “Me quedan unos 80 kilómetros para repostar” pensé.

Me encontraba en una pequeña localidad de la Sierra de Sevilla. Tenía 2 opciones: echar gasolina a mi coche allí mismo o esperar unos 30 kilómetros e ir a una gasolinera de una población mucho más grande.

Recientemente me había descargado en mi teléfono móvil una aplicación para efectuar los pagos en gasolineras, sin utilizar la tarjeta de crédito. No la había utilizado nunca, así que desconocía su funcionamiento. Es de estas cosas que compras o adquieres porque te parecen interesantes cunado las ves, pero a los pocos días te parece que no eran tan apropiadas para ti como pensabas. Al final acaban en el “baúl del olvido”.

El caso es que al divisar la gasolinera, lo recordé. Sin embargo, mi cerebro se puso en modo “detector de amenazas” y pensó que sería mejor ir a la siguiente localidad, de mayor tamaño, en la cual seguro que tendrían terminales aporpiados o sabrían utilizar la aplicación que me había descargado.

Mientras conducía, llegué a una glorieta, el primer desvío me llevaba a la localidad más grande, el tercero a la pequeña y solitaria gasolinera del pequeño pueblo de la sierra.

En esos momentos de libertad, entre lo que te dicta tu cerebro (“haz lo seguro”) y lo que te dice tu intuición (“sal de la zona de confort”), decidí esto último y dirigirme a la pequeña y solitaria gasolinera.

Confieso que cuando llegué y vi a la persona que me iba a atender, estuve tentado de no utilizar la aplicación móvil para realizar el pago. Era una persona mayor, con la cara curtida por el sol. Su ropa era “de campo”. Y no quiero decir con esto que fuese mal vestido, sino que vestía botas gruesas, pantalón resistente de pana, jersey y chalecos verdes, como los cazadores. Su barba era de 3 días…o más.  Al preguntarme que deseaba, su fuerte acento, cerrado de la sierra, hizo que mi cerebro tuviese mayores temores a la hora de plantearme pagar con nueva aplicación móvil.

Si yo no sabía utilizarla, ¿Cómo iba esta persona a estar familiarizada con la aplicación? ¿Sabría utilizar acaso un teléfono móvil?

Me quedé observando mientras llenaba mi vehículo de combustible. Tuve un momento de lucidez en  el que pensé “¿Y por qué no? Tal vez sí que conozca este medio de pago. No pierdo nada por preguntar”.

En ese momento, terminó la operación de llenado. Me dispuse a coger mi teléfono móvil para preguntarle si conocía esta aplicación y antes de que abriese la boca me dijo al ver el teléfono en mi mano:

– ¿Va a pagar con la aplicación móvil?

-Sí, – contesté sorprendido – aunque en realidad, no sé utilizarla, me la he descargado esta semana – finalicé confesando avergonzado mi ignorancia.

– No se preocupe, es muy sencillo, se lo explico en un momento – respondió con seguridad – yo siempre la utilizo para pagar el combustible.

En tan solo 45 segundos me explicó todo lo que necesitaba saber de la aplicación para realizar los pagos en las gasolineras.

Este suceso me hizo recordar 2 cosas ese día.

Humildad

El límite del conocimiento se encuentra en nosotros mismos, en creer que lo sabemos todo, o que sabemos más que los demás.

– Patxi Martín –

Prejucios

 Los prejuicios nos impiden disfrutar de pequeños encuentros imprevistos con personas que siempre te enseñan algo nuevo, o te hacen recordar valores que habías olvidado.

– Patxi Martín –

Cómo evitar los prejucios

Si estás pensando en eliminarlos todos, olvídate de ello. Los prejuicios son como el miedo, existen y no puedes hacer que desaparezcan, pero sí que puedes aprender a utilizarlos en tu favor, o conseguir acabar con algunos de ellos.

Cada vez que encuentres una situación de temor y no quieras comentar o hablar algo con otra persona, debido a tus prejuicios, piensa en “salir de tu zona de confort”. Las cosas más interesantes y los mayores aprendizajes están allí fuera.

Nunca sabrás lo que pasaría si te hubieses mantenido dentro de tu círculo de seguridad.

Todas las personas tenemos prejuicios. La verdadera libertad, es reconocerlos, y tratar de engañar a nuestro cerebro haciendo cosas que los “desmonten”, para así poderlos contrarrestar.

– Patxi Martín –

No permitas que tus prejuicios te limiten.

Acerca del autor, Patxi Martín

Ingeniero con alma de Psicólogo.
Te ayudo a comunicarte para conectar con las personas y a aprender de forma autónoma y efectiva.
Autor best seller y Conferencista. Fundador de Sherpa Emocional.
En constante aprendizaje. Convencido de que la educación emocional cambiará el mundo.

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  1. Gracias por compartir. He utilizado parte de su artículo para una sesión teórico-práctica con un grupo de estudiantes de Medicina I año de la Asignatura: Valores profesionales

    1. Me alegro que la información le haya resultado de utilidad. Los prejuicios evitan que accedamos a información interesante que pueden facilitarnos los demás.
      Más escuchar y menos prejuicios.

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