Eliminar el rencor que te producen las agresiones verbales, es el paso clave para librarte definitivamente de ellas.
Toda agresión verbal que sufres, queda grabada en tu memoria. Tu cerebro almacena una imagen mental que regresará en el momento más inesperado.
Un sentimiento de rencor inunda tu cuerpo al recordar este hecho. No pudiste manejar la situación, así que sientes que «queda algo por hacer».
Mientras no devuelvas la afrenta, o no hagas alguna otra acción, no te quedarás en calma… ¿o quizás si hay otra alternativa?
Rompiendo las cadenas con el agresor
No puedes olvidar a tu agresor. El sentimiento de rencor que tienes te atrapa en su red. Su recuerdo es como las arenas movedizas. Cuantas más acciones realizas para librarte del dolor, más te hundes, más recuerdos dolorosos llegan a tu cabeza.
El recuerdo es como una cadena imaginaria que te mantiene siempre unido al agresor. Por mucho que te alejes, siempre permanecerás conectado con tu agresor a través de cadena. Tratarás de alejarte todo lo que puedas, pero al girar la vista, y ver la cadena, volverás a conectarte emocionalmente con tu agresor.
El sentimiento de rencor que tienes, hace que el recuerdo sea negativo. Volverás a sentirte igual de mal que cuando se produjo la agresión verbal. Y entonces aumentará tu rencor. Es un círculo vicioso.
Pero se puede salir de él, aunque para ello, tendrás que hacer el esfuerzo de perdonar al agresor…
¿Estás de broma? ¿Has dicho perdonarlo?
Sí, parece imposible, pero se puede lograr. Perdonar al agresor es el primer paso para liberarte de ese sentimiento negativo que te atormenta.
No es algo sencillo. El tiempo trabaja en tu contra. Cuanto más tiempo has mantenido el rencor en tu interior, más te costará perdonar.
¿Qué es lo contrario del Amor? … ¿quizás el… odio?
Pues no. Lo contrario del amor,…no es el odio… sino la indiferencia. El odio, al igual que el amor, es un sentimiento que te mantiene conectado a la otra persona. Cuando la ves, cuando la recuerdas, hay un fuerte sentimiento en tu interior en ambos casos.
En cambio, al perdonar al agresor, desaparece este vínculo. Ya no hay nada que te una, porque al recordarlo no te sientes mal. Puedes dejar marchar a tu agresor, y las cadenas que te atan a él, terminarán por deshacerse.
Al perdonar, quedas en paz.
Todo ha pasado, pero…
Ha terminado todo, pero tu cerebro se resiste a olvidar el incidente. Has perdonado al agresor, pero sigues recordando aquel suceso desagradable.
No estás obsesionado, es solo tu cerebro que trata de protegerte. Cada vez que te encuentres en una situación similar, o incluso simplemente la imagines, volverá ese recuerdo desagradable. En ese caso, solo te queda actuar sobre el recuerdo cambiando la imagen mental que tienes del hecho.
Es más sencillo de lo que piensas. No es necesario hipnosis, ni sesiones interminables de terapia. Todo está en tu cabeza, y lo metiste allí cuando te sucedió la agresión verbal. Así que tú también puedes sacarlo de ella. En próximas entradas de blog te mostraré cómo hacerlo.
Pero primero, elimina tu rencor y aprende a perdonar.
El rencor es como las raíces de un árbol, cuanto más tiempo está vivo, más crecen y más difícil es poderlo arrancar.
-Patxi Martín-
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Si la persona que hiere es un familiar y tu pareja, entonces será difícil lograr la indiferencia y alejarse de esa persona que, por un lado quieres pero por el otro no sabe controlarse.