¿Te sientes mal cuando te dicen que no eres capaz de hacer algo bien?
¿Alguna persona te habla habitualmente con malas formas, y no sabes cómo responderla?
¿Recuerdas a menudo una situación desagradable en la que te humillaron y menospreciaron… y vuelves a sentirte como aquella vez?
Recibimos un gran número de agresiones verbales cada día. Algunas realizadas por personas cercanas (familiares, amistades y personas que trabajan con nosotros) y otras de gente que apenas conocemos. En muchas ocasiones pensamos que es un hecho aislado, y tratamos de no prestarles mucha atención. Pero estas situaciones… se acaban repitiendo.
¿Podemos hacer algo al respecto?
¿Cómo nos sentimos?
Cuando recibimos una agresión verbal sufrimos un daño, que persiste en el tiempo una vez que ha finalizado la agresión. Después de pasados varios días, e incluso meses, al volver recordar el incidente, nos sentimos igual de mal que cuando se produjo la agresión, cómo si se volviese a repetir en ese instante.
La diferencia entre una agresión física y una verbal, es que mientras la física dura un instante y el dolor algunas horas, en un agresión verbal, el daño y la sensación de malestar persiste en nuestro interior durante mucho tiempo… y normalmente no conseguimos que desaparezca. Este recuerdo baja nuestra autoestima, ya que lo asociamos a un hecho ocurrido, en el que no supimos cómo reaccionar de forma adecuada.
Claves para enfrentarte a las agresiones verbales
Identificar una agresión verbal
Existen diferentes tipos de agresiones, además de la física, que podríamos clasificar como agresiones verbales (gritos, amenazas, injurias, calumnias, insultos, etc.)
Podríamos incluir algunas agresiones «escritas» en las redes sociales (correo electrónico, Whatsapp, Twitter, Facebook, etc.), en las que la interpretación del mensaje que recibimos, lleva muchas veces a enfados y malentendidos. Se termina provocando una espiral de agresiones verbales mutuas.
Identificarlas a tiempo, nos permite evitar un enfado inútil y tomar una acción más inteligente frente a estas.
Aprender de nuestros sentimientos
Entenderás los sentimientos que te produce una agresión verbal y cómo reacciona tu cuerpo frente a estas, te ayudará a comprenderlas y crear una mejor estrategia para manejarlas.
Nuestro cuerpo se pone en modo de «estrés» y solo piensa en atacar, defenderse o quedarse paralizado.
Imagina que tu jefe o familiar te realiza una agresión verbal ¿Le atacarías y golpearías? ¿Saldrías corriendo? ¿Te quedarías inmóvil mientras continua insultándote o menospreciando?
Cualquier opción o es nada buena. Es mucho más inteligente controlar nuestros sentimientos y da una respuesta más efectiva.
Desenmascar al agresor… comprendiéndole
Identificar al agresor verbal, y entender el porqué de su comportamiento, no es nada fácil. Cuando sufrimos una agresión de este tipo lo último en lo que pensamos es en comprenderlo. Nuestro cuerpo reacciona con agresividad o miedo.
Aceptar el incidente y entender por qué el agresor nos ataca, nos permite enfrentar la situación con una mayor entereza y seguridad.
Preparación en el gimnasio… emocional
Al igual que un deportista que desea correr una carrera debe entrenar y estar en forma para afrontar la prueba con garantías, nosotros debemos entrenar nuestras emociones para poder enfrentarnos a las agresiones verbales.
La ventaja fundamental es que mientras un deportista si deja de entrenar pierde la forma, nuestro cerebro, una vez que ha sido entrenado, no pierde la capacidad de responder a este tipo de agresiones. Siempre realizará la respuesta correcta cada vez que se produzca una nueva agresión.
Cuando la agresión verbal se produce ¿qué hago?
Cuando las agresiones verbales son por sorpresa, en necesario aprender a encajarlas, sin sufrir daños emocionales rápidos, que te permitan preparar una defensa efectiva. Se trata de detectar que la agresión se está produciendo, y evitar entrar en modo de «estrés» para poder elegir la respuesta más adecuada a cada situación.
Podemos elegir una estrategia defensiva, de modo que sin atacar al agresor, podamos dejar la situación en calma. En realidad lo que queremos es no sentirnos mal, así que podemos aplicar el dicho «dos no se pelean si uno no quiere«.
Claro que habrá situaciones en las que sea muy difícil mantener la calma, y entonces debemos tomar alguna acción para evitar sentirnos frustrados. Se puede replicar verbalmente a tu agresor, sin realizar una respuesta agresiva.
Cuando la agresión verbal sucedió hace tiempo…
La solución consiste en cambiar el recuerdo negativo del incidente, por una imagen mental positiva que evite que nos volvamos a sentir mal al recordarlo. Parece complicado, pero puede llegar a no ser tan difícil. Malos recuerdos no provocarán sentimientos negativos, mientras que con buenos recuerdos tendremos sentimientos positivos.
Recuerda que lo más importante es que después de una agresión,… tú no te sientas mal.