La creatividad está considerada como una de las habilidades sociales más importantes que debe tener una persona. Además es una de las cualidades más valoradas a la hora de incorporarse al mercado laboral. Sin embargo, la educación que reciben nuestros hijos en las escuelas, no es una educación emocional. De hecho, va en contra de la creatividad, o como dijo Sir Ken Robinson: “Las escuelas matan la creatividad”.
En un mundo que cambia tan rápido, las soluciones empleadas con anterioridad ya no sirven. O no son tan efectivas como lo eran antes, porque las circunstancias ya no son las mismas.
Cambian las circunstancias que rodeaban al problema y cambiarán los resultados al utilizar la misma solución que utilizamos antes. Debemos por tanto utilizar nuestra creatividad y buscar nuevas soluciones.
El miedo al error va en contra de la creatividad
Pero tenemos demasiado miedo a “fallar”. Si tratábamos de resolver un problema de forma diferente en la escuela, el profesor nos decía: “No, de esa forma no se hace. Hazlo como yo te he dicho”. Si cometíamos un error en la escuela, nuestros compañeros se reían. Y en el entorno laboral, habrá personas de nuestra empresa que se frotarán las manos en cuanto detecten que nos hemos equivocado, para tratar sacar provecho en su favor.
Esto ataca a nuestra autoestima, así que nuestro cerebro lo ve como un amenaza. Preferimos hacerlo todo igual que siempre, de un «modo seguro», sin arriesgar.
Vivimos en una sociedad con “miedo al error”, y este es el peor enemigo de la creatividad. «Si lo hago igual que siempre no fallaré…» solemos pensar.
Sin embargo, el hecho de atravesar cómodamente un río andando por una zona estrecha y poco profunda, no te garantiza que cuando vuelvas a tener que cruzar de nuevo por el mismo sitio, tengas éxito. El caudal del río puede ser mucho mayor y acabarás arrastrado por la corriente, ya que las circunstancias han cambiado.
Si utilizamos nuestra creatividad para resolver el problema, trataremos de buscar otro camino más seguro para cruzar el río. Buscaremos algún puente, o incluso lo llegaremos a fabricar. Pero… entonces nos asalta el miedo: «Y si tardamos mucho más …y llegamos más tarde y si…»
Mientras escribía esta entrada, me vino a la memoria una breve anécdota sobre la creatividad y como fomentarla.
El cuaderno de las ideas
Mi hija estaba mirando de nuevo a través de la ventana del cristal de su habitación, con los ojos perdidos en la distancia. A sus 11 años, me preocupaba pensar que “no prestaba atención” a las tareas del colegio. Muchas veces las terminaba muy tarde, pasando horas y horas delante de la mesa de su habitación.

Me irritaba a veces cuando pensaba que estaba “perdiendo el tiempo”. Y por más que se lo recordaba, cuando la veía perdida en sus pensamientos, ella no conseguía concentrarse.
Así que esta vez, cambié de estrategia y me acerqué a ella, pensando en que tan solo era una niña de 11 años. Me interesé en sus pensamientos, aquellos que la hacían muchas veces soñar despierta, mientras pasaban las horas en su habitación:
– ¿En qué piensas? – le pregunté.
– En nada, Papá… -respondió avergonzada al darse cuenta que estaba “distraída”.
– No te preocupes, solo te he visto concentrada en algo y tenía curiosidad por saber que era, para ver si podía ayudarte – insistí de nuevo.
– Estaba pensando que sería divertido que las farolas de las ciudades estuviesen decoradas,… Ahora se las ve tristes y feas” – dijo ella temerosa al no poder predecir mi comportamiento ante esta respuesta tan sorprendente.
– ¿Cómo crees que podrían decorarse? ¿A qué te refieres exactamente? – pregunté intrigado.
Mi hija comenzó a dibujar sobre un papel. Me explicó que las farolas tienen forma de cuello de jirafa, así que le parecía que sería divertido que estuviesen pintadas como una jirafa. La parte superior podría finalizar con forma de una cabeza de jirafa, y así la su luz saldría por la boca”…
Me pareció una imagen curiosa y realmente divertida. Siempre había pensado que mi hija tenía una gran imaginación. Siempre estaba inventando cosas, se disfrazaba continuamente creando historias, y utilizaba objetos extraños a los que les daba usos distintos para los que estaban diseñados, etc. Pero nunca había pensado en ella como una persona creativa. No me había preocupado de fomentar su creatividad, sin embargo, aquello parecía que le resultaba fácil y cómodo de hacer.
– ¿Se te ha ocurrido algo más de ese tipo? – volví a preguntarle con curiosidad.
Me miró con ojos brillantes, quizás porque pensaba que iba a regañarla y no lo estaba haciendo. O quizás había algo dentro de ella que le hacía vibrar con esas pequeñas cosas que inventaba.
Comenzó a describirme varios objetos que se le habían ocurrido para poderlos fabricar, a cada cual más extraño y a la vez divertido. Fue estupendo ver como las ideas fluían desde su cabeza sin parar. Realmente me dejó sorprendido.
– Hija, tú tienes una imaginación increíble, -le dije orgulloso y con emoción- ves cosas que otros no ven, inventas cosas que a otros no se les ocurrirían nunca. Todo esto deberías anotarlo en un cuaderno. Quizás algún día, estas cosas puedan servirte para hacer un trabajo en la escuela o incluso en un futuro, ganarte la vida con ello trabajando de diseñadora. Hay gente que es buena estudiando, buena practicando deporte y tú eres muy buena creando. Inventas e imaginas cosas, visualizando formas, historias… Aprovecha esta cualidad que tienes.
Mi hija se mostraba feliz, con una sonrisa de oreja a oreja mientras me escuchaba.
– ¿Sabes qué puedes hacer? –dije recordando el motivo por el cual comencé la conversación- Cada vez que tengas una idea, anótala en un cuaderno. Usa siempre el mismo, tenlo siempre a mano. De este modo, si estás haciendo la tareas, al escribir la idea en tu cuaderno, dejarás de pensar en ella. Más tarde podrás revisarla y añadir más detalles. Además podrás leer el cuaderno, de vez en cuando, en busca de las ideas que tuviste en su momento.
A mi hija le pareció una buena opción y desde entonces comenzó a apuntar en un cuaderno todas aquellas cosas que se le ocurrían.
Empecemos cuanto antes… a fomentar la creatividad
Debemos fomentar la creatividad lo antes posible en nuestros hijos. Podemos empezar de forma sencilla, simplemente animándoles a tener “ideas locas”. Podemos animarlos a hacer las cosas de un modo diferente a como lo hacen habitualmente.
Decimos «como deben de hacer las cosas», basándonos en nuestras experiencias anteriores. Pero nos olvidamos de que las circunstancias cambian muy rápidamente en estos tiempos. Cada vez que buscan una solución diferente, están practicando la creatividad.
En cuanto tengo ocasión, trato de fomentar su creatividad, mostrándole vídeos, fotografías, etc. Cual quier cosa es buena si pude ayudarle a fomentar su creatividad.

Un día mi hija nos dijo que le gustaba el diseño de moda, y que sus vestidos favoritos eran los trajes de fiesta. Por Navidad, los Reyes Magos le trajeron un maniquí. Ahora hace diseños con retales de telas y tiene una cuenta en Instagram donde ha empezado a publicar sus propios diseños.
Debemos estar atentos, fijarnos cuales son las cosas que los divierten. No pararles los pies, sino apoyar sus decisiones, incluso cuando resuelvan las cosas de un modo diferente al establecido. Eso les dará seguridad para continuar buscando nuevos caminos para los problemas a los que se enfrenten.
La pasada Navidad, nos hicimos un regalo de “amigo invisible”. Mi hija debía regalarme un pequeño detalle. Una vez le expliqué que el valor de los regalos no está en su valor económico, sino el significado que tiene para la persona que lo recibe. Así que no se lo pensó dos veces y me regaló “El Cuaderno de las ideas”, para que lo llenase de ideas para este blog.
Lo primero que escribí en mi Cuaderno de las ideas fue “Entrada de blog cuaderno de las ideas”.
¿Y Tú? ¿Tienes ya tu propio cuaderno de las ideas? ¿Y tus hijos? … ¿A qué esperas?
Las ideas no duran mucho. Hay que hacer algo con ellas
Santiago Ramón y Cajal
Me ha encantado la entrada, me parece muy interesante, sobre todo lo primero que se tiene que superar para tener un «cuaderno de las ideas» que es el miedo al ridiculo y al «que dirán». Por mucha imaginación que se tenga si te afecta lo que digan los demás no llegas a ningún sitio.
Muchas Gracias. Me alegro que te guste.
Durante toda nuestra vida nos encontraremos con gente que nos atacará verbalmente para intentar que no hagamos «algo que se nos ha ocurrido». Debemos tener claro una cosa: «Nadie puede herirnos si nosotros no se lo permitimos». Además, mucha de la gente que nos dice «no debes hacer eso» o «lo que se te ha ocurrido es una tontería», en el fondo suelen querer que no lo hagas porque en realidad…, ellos no se atreven…
Los mejores libros, las mejores películas, los mejores inventos, etc. nunca se llegarán a conocer porque alguien en su día tuvo miedo de intentarlo… No dejemos que nosotros nos comportemos igual, y mucho menos lo permitamos de nuestros hijos/as.