Como sobrevivir a las agresiones verbales de la cena de Nochebuena (Parte 2)

diciembre

22

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Sobrevivir a las agresiones verbales en la cena de Nochebuena, era el tema de la anterior entrada de este blog. Si no la leíste, te recomiendo que lo hagas ahora, para que puedas entender mejor esta parte.

Recuerda que dejamos a nuestro Tío Luis repartiendo agresiones verbales entre los familiares. Aunque como vimos, solamente lo hacía para bromear y que todos se lo pasasen bien con su forma de ridiculizar a los demás.

Pero al final, te hice la pregunta más importante que puedes hacerte en un agresión verbal. ¿Puedo ayudar a mi agresor?

Desde luego, ganas no tendrás. Pero tratar de ayudarlo te liberará de la carga de la agresión.

¿Te animas a descubrir cómo?

Ayudando al invitado incómodo

Recuerda que, como vimos en la anterior entrada del blog, el Tío Luis tiene como objetivo llamar la atención del resto de las personas. Quiere ser el protagonista de la cena de Nochebuena.

Así que la pregunta es ¿puedo ayudar al Tío Luis a ser el protagonista?

No te pregunto si quieres, sino si se te ocurre alguna manera de lograr que el Tío Luis sea el protagonista de la cena de Nochebuena.

Pero antes de darte la solución, te voy a contar algunos errores que no debes cometer al enfrentar este problema.

Errores a evitar cuando tratamos de ayudar al agresor verbal

Te comento alguno de los errores más comunes e ingeniosos que se les ocurrieron a los asistentes a mi taller de «Autodefensa para Agresiones Verbales«, y por qué no me parecen buenas soluciones:

  1. «No le invitaría a la cena de Nochebuena«. Recuerda que no siempre cenas en tu casa, y que al final, tus padres acabarán llamando al Tío Luis…
  2. «Empezaría yo también a dejar en ridículo al Tío Luis. A ver quién aguanta más…». Eso solo generará una disputa entre ambos. Recuerda que lo que busca es ser protagonista. Si entras en una guerra dialéctica con él, y ganas tú, ¿habrá conseguido el Tío Luis su objetivo? No, tú serás ahora el protagonista, por lo que habrás conseguido lo contrario.
  3. «Me llevaría al Tío Luis a la cocina, y me tomaría una botella de vino con él. Así lo emborracho y deja de ser tan pesado«. ¿Te imaginas al Tío Luis borracho? Puede ser mucho peor que sereno…

Podría seguir, porque la lista es interminable, pero vamos a centrarnos en resolver la situación.

¿Que opciones podríamos escoger?

Opción 1. Cuéntale tu mejor chiste

¿Por qué no? Si quiere «hacerse el gracioso», vamos a ayudarle.

Imagina que llamas a tu Tío Luis y le llevas a un lugar apartado. Entonce les dices

– Tío Luis, me han contado un chiste…. 

Después de contárselo, puedes animarle:

– Ahora ves al salón donde están todos y cuéntalo tú. Verás como se ríen.

Éxito asegurado. Tu Tío Luis cuenta el chiste y todos comienzan a reir. ¿Que crees que hará el Tío Luis entonces? ¿Seguirá haciendo bromas sobre los demás para hacer gracia?

No, volverá a buscarte y te dirá:

– ¿Te sabes otro chiste? 

Acabas de cambiar un potencial enemigo, por un aliado. El Tío Luis acaba de verte como la persona que lo va ayudar a lograr su objetivo: ser gracioso, ser el protagonista de la reunión.

Opción 2. Pídele que diga unas palabras antes de comenzar la cena

– Tío Luis, ¿que te parece si hoy, como es una noche especial, dices unas pocas palabras antes de comenzar la cena?

Tu tío, que no tenía nada preparado, buscará un papel y algo para anotar. Querrá preparar el discurso más ingenioso posible. Se sentirá encantado de ser el centro de atención durante la cena.

Mientras que el prepara el discurso, el resto de personas estará a salvo de sus agresiones verbales. Se encontrará demasiado ocupado preparando el discurso para hacer otra cosa.

Opción 3. Que te ayude con el postre.

Comento esta porque me resultó curiosa. A una asistente a mi taller se le ocurrió proponer al Tío Luis que ayudase a elaborar el postre.

Decía que mientras estuviese en la cocina, no estaría molestando a los demás. Además, ella conocía una sencilla receta que nunca fallaba. A los asistentes les encantaría el postre, y así el Tío Luis ganaría el reconocimiento que buscaba.

Cuando ayudas a tu agresor

En el momento que decides ayudar a tu agresor, ocurren 3 cosas fundamentales, que van a hacer que te liberes de la presión de la agresión verbal.

La primera es que al tratar de ayudar al agresor, te centras en «su problema». Las palabras que ha dicho sobre ti, pasan a un segundo plano. No tienen importancia por que tu foco está en ayudarle a lograr su objetivo. Te enfocas en la solución, y te olvidas de la agresión.

La segunda es que las personas nos sentimos bien ayudando a los demás. Así que ayudando a tu agresor, estás cambiando ese sentimiento de rabia que deja la agresión verbal, por algo más agradable. La felicidad de poder ser útil para los demás.

La tercera y más importante. Solo puedes ayudar al agresor cuando le perdonas. Así que si le ayudas, no te quedará más remedio que eliminar el resentimiento sobre el agresor. Y esto, es sin duda lo que te libera del agresor.

Sin rencor, ya no existe un vínculo con tu agresor. Al perdonarle, te quedas en paz.


¿Y a tí? ¿Se te ocurre alguna forma de ayudar al Tío Luis? Déjame tus comentarios aquí abajo.

Acerca del autor, Patxi Martín

Ingeniero con alma de Psicólogo.
Te ayudo a comunicarte para conectar con las personas y a aprender de forma autónoma y efectiva.
Autor best seller y Conferencista. Fundador de Sherpa Emocional.
En constante aprendizaje. Convencido de que la educación emocional cambiará el mundo.

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