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Si hay algo que puede llegar a ponerte al borde del estrés son las agresiones verbales en público, o sea, cuando suceden delante de más gente que lo está presenciando todo. No solo tienes que preocuparte de responder al agresor, sino que también estás pendiente de la reacción del resto. Dos problemas a la vez, que debes resolver en segundos.
Las personas que ven la agresión verbal, pueden ser un simples espectadores, o acabar participando de la misma, incluso colocándose del lado del agresor. En cualquier caso, intervenga o no, es un factor que potenciará tus emociones más básicas, y puede hacer que llegues a perder el control en estas situaciones.
Las personas tenemos una especial sensibilidad para sentirnos ridículos cada vez que estamos con otras personas, las conozcamos o no. La mayoría de las veces nos gustaría pasar desapercibidos, solo por la tensión que nos produce exponernos a la posible crítica de otros.
De hecho, nos gustaría comportarnos como un avestruz y esconder la cabeza bajo tierra en esos momentos. No he visto a nadie aún hacerlo, pero si a personas que se comportan como mi perro. Cuando lo regañas porque ha hecho algo mal, mira para otro lado para no verte. Algo así como, si no te veo… no te escucho.
El hecho de que existan otras personas presenciando el suceso, tiene mayor o menor impacto en las personas en función su autoestima. Pero siempre es un tremendo potenciador de nuestras emociones más básicas cuando nos enfrentamos a una agresión verbal.
Nuestro sentido del ridículo puede hacer tanto que nos convirtamos en el Increíble Hulk, para parecer que somos fuertes, como en un minúsculo ratón atemorizado por el miedo. Ninguna de las dos opciones es buena.
Entonces ¿tienes que actuar como si no hubiese nadie más que tú y el agresor?
El espectador de una agresión verbal puede desempeñar varios roles durante el suceso. Aquí te indico algunos de ellos:
Podría indicar algunos más, pero estos son suficientes para entender la sensación de abandono que tiene la víctima cuando se produce la agresión.
En la mayoría de los casos de acoso escolar o bullying, todas las personas que presencian la escena no actúan para impedirlo. Así refuerzan la posición del agresor. Tú, como víctima lo ves, y comienzas a pensar que ya no es un ataque 1 a 1, sino que es todo un grupo contra ti. Comienzas a «sentirte pequeño como un ratón», esperando que todo pase lo más rápidamente posible. Te sientes en situación de abandono.
Todo potencial acoso escolar (bullying) o acoso laboral, comienza por una agresión verbal. Del manejo eficaz de la situación por la víctima, depende que se convierta o no, en un acoso real.
Por eso es importante tener una batería de respuestas preparada para estas situaciones, aunque esto lo veremos en la siguiente entrada del blog.
¿Y tú? ¿Serías capaz de identificar algún otro rol en una agresión verbal?
¿Podrías contármelo haciendo un comentario?