Las agresiones verbales son el inicio del acoso. Siempre he defendido esta postura. No importa si es acoso laboral, acoso escolar (bullying), e incluso acoso sexual. Todo empieza con una agresión verbal.
Es el inicio de una cadena de acontecimientos, que si se mantienen en el tiempo, acabarán en un auténtico drama para las víctimas.
Saber defenderte de las agresiones verbales, tanto cuando se producen, como una vez que han finalizado, no solo evita tu sufrimiento, sino que también te previene de una futura situación de acoso.
¿Quieres descubrir por qué todo comienza con las agresiones verbales?
El concepto de acoso
Para que una situación sea considerada acoso, debe mantenerse en el tiempo. Es algo que debe repetirse de forma constante y sistemática. Este concepto es fundamental para diferenciarlo de una situación puntual de agresión o un conflicto entre dos personas.
Si te encuentras un día a alguien por la calle que te insulta o amenaza, eso no puede considerarse acoso. En cambio, si lo hace todos los días, cada vez que se encuentra contigo, ya estaríamos hablando de algo más serio. La diferencia es que en el último caso, la acción se repite en el tiempo.
Por tanto, siempre hay una primera acción, siempre hay una agresión verbal que debe ponerte en alerta.
El origen del acoso
Todo inicia con una agresión verbal. No me cansaré de repetirlo.
El agresor busca víctimas aparentemente débiles para iniciar su ataque. Agredir verbalmente, es “menos peligroso” que una agresión física, ya que en caso de que la víctima resulte ser más fuerte, el agresor estará en problemas…
Es menos arriesgado “probar” con una agresión verbal. El agresor busca una víctima fácil de manejar. Si tú ofreces resistencia, buscará otra persona que no lo haga. El agresor es “vago”, no quiere esfuerzos ni riesgos.
Según tu respuesta, el agresor planeará un segundo ataque o abandonará. Así de simple.
Si eres una víctima fácil, que no opones resistencia, después de varias agresiones verbales consecutivas, puede pasar a las físicas. El nivel de las agresiones va aumentando según la víctima ofrece menor resistencia en cada ataque.
Por eso es tan importante detectar al agresor desde el inicio, y saber responder a su ataque.
Si sabes defenderte de una agresión verbal, no hay posibilidad llegar a una situación de acoso. La agresión será neutralizada desde el primer momento.
Cómo hacer frente al acoso, aunque no sea la víctima
Solo puede existir acoso cuando “nadie hace nada”. Cuando ni la víctima, ni los espectadores de la situación, toman acción para que algo cambie. Solo entonces, se repite la situación, y se perpetua en en tiempo.
En el momento que ocurre la primera agresión verbal hay que tomar acción. No puedes esperar a que la situación se perpetúe en el tiempo, y que los daños de la víctima acaben siendo irreparables.
Que gracioso es el niño…
Hace unos años pude presenciar una situación bastante desagradable.
Estaba paseando cuando me encontré un grupo de niños que iban a jugar un partido de fútbol. Esperaban a la entrada del campo de fútbol, reunidos con sus familias.
Una de las personas mayores que se encontraba allí preguntó, a quien parecía su hijo, quien era el portero de su equipo. El niño, en un tono bastante normal contestó:
– Pedro, «El Gordito».
– ¿El Gordito? – preguntó extrañado su padre.
– Sí, está tan gordo que no puede correr detrás del balón -respondió serio el niño- Mejor que se quede en la portería, por lo menos ocupa espacio.
Uno de sus familiares comenzó a reir.
– ¡Que ocurrencias tiene este niño! ja,ja,ja.
El niño sonrió, y como vió que esto «hacía gracia», llamó a Pedro.
– ¡Eh Gordito!, a ver si te mueves hoy y paras algún balón.
Afortunadamente el entrenador del equipo intervino rápido llamando la atención al niño, cosa que no hicieron sus familiares.
Si nadie le hubiese llamado la atención, el niño hubiese pensado que llamar así a su compañero era divertido.
Cada vez que te ríes de alguna gracia de este tipo, sobre todo delante de la víctima, le estás dando argumentos al agresor para que lo vuelva a hacer.
Pero si quedas en silencio, también.
La prevención del acoso pasa por que todas las personas sepan detectar las agresiones verbales, y les hagan frente.
No importa si eres víctima o espectador. Si ocurre una agresión verbal, y no haces nada, contribuyes a la misma, te vuelves
“cómplice silencioso”.